COMPARANDO PRIMER Y SEGUNDO EMBARAZO: DESMONTANDO MITOS

Ahora que cumplo 41 semanas de este segundo embarazo me veo en la obligación de comparar ambos preñamientos, cosa que tenía muchas ganas de hacer después de todo lo que oyes de la gente. Recojo varias frases que me han acompañado durante estas semanitas desde que comunicamos que ampliábamos la familia:

*LA BARRIGA SE NOTA MUCHO ANTES Y CRECE MÁS. Error. Igual igual que en el embarazo de Pichí en éste también he tenido complejo de tripa discreta. Hasta la semana 22 o así no parecía una preñi y estando como estoy de 41 semanas soy la más moderadita de los monitores, con diferencia. Oye, que entre que se me reparte bien y que engordo 9 kilillos o así pues eso que me llevo pero esperaba lucir pancita bastante antes en este preñamiento (ya veremos qué pasa con el tercero jajajaja XD).

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41 semanas

*NO VAS A PODER CON TU VIDA DEL CANSANCIO, TENIENDO OTRO HIJO AL QUE CUIDAR TE IRÁS ARRASTRANDO POR LOS RINCONES. Pues mire usted, don Cenizo, he disfrutado taaaanto. Y mira que me ha dado un insomnio desde la semana 7 que podría haberme tenido hecha un trapo pero no sé por qué las energías no me han desaparecido. He aprovechado para ir todos los días con Pichí al parque, para achucharla más, para flipar con cómo crece… ¡Y encima pensando en que le hacemos el mejor regalo que puede tener, una hermanita!

*NO TE PREOCUPES, LOS SEGUNDOS NACEN ANTES. ¿Quién será el cachondo que decidió dar esperanzas a las madres cuyos úteros se convierten para nuestros no-natos en el mejor sitio del mundo para estar durante más de 41 semanas? A pesar del susto de la amenaza de parto prematuro que vivimos con La Nueva en la semana 31 debimos de convencerla muy bien porque en la última revisión que tuve a las 40+4 me dijeron que tenía el cuello del útero muy arriba y cero dinámica. ¡Ilusa de mí! Como me dijo la ginecóloga “cada mujer tiene un ciclo gestacional” y se ve que yo soy de parir la madrugada de antes de la inducción (o más allá, a La Nueva le encanta vivir al límite).

*EN EL SEGUNDO EMBARAZO TOODOS LOS SÍNTOMAS EMPIEZAN ANTES Y SE AGUDIZAN. Vamos, que yo temblaba de pensar en la ciática que tuve con Pichí sobre la semana 35 de embarazo y resulta que a día de hoy por esta casa no ha asomado cojera ninguna ni apenas dolor de espalda. ¡Ánimo futuras bimadres! Insisto que si no hubiese sido por la amenaza de parto prematuro este embarazo ha sido bastante mejor que el de Pichí.

*NI CASO LE VAS A HACER A LA BARRIGA, SE TE VA A PASAR VOLANDO. Hombre, menos caso le he hecho, desde luego pero aún así lo he vivido muy intenso, igual que el de Pichí y he disfrutado un montón de sus movimientos (que con la placenta anterior se hicieron de rogar) y de cuando Pichí pone la oreja en la barriga y siente el “hipito” de La Nueva… ¡momentos inolvidables!

*APENAS LE COMPRARÁS NADA Y LO DEJARÁS TODO PARA ÚLTIMA HORA.  Mira, en mi caso este sí que ha sido verdad verdadera, no tanto el comprarle cosas (que ropitas sí le hemos comprado porque no coincide con la temporada en la que nació Pichí) sino en lo de dejarlo todo para última hora. Con amenaza de parto prematuro y recuperé la minicuna de la familia en la semana 39 ¡con dos ovarios! Por no hablar de que aún (sí, aún) tengo mi maleta a medio hacer XD. ¡En esta familia somos de apurar hasta el final jeje!

Mañana iré a los últimos monitores donde me dirán la fecha de la inducción así que me imagino que ésta será la última entrada antes de ser ya una familia de 4. Espero volver prontito para contaros qué tal ha ido todo porque…¡se avecinan grandes aventuras para esta familia! Gracias a tod@s por acompañarnos y pasad un feliz feliz verano.

¿Qué tal fueron vuestros segundos embarazos? ¿Muy distintos del primero?

OPERACIÓN PAÑAL 1: «MAMÁ NO QUIERO HACER PIS»

Como buenos y aplicados padres primerizos que somos, en cuanto han salido 4 rayitos de sol y con la sombra del cole revoloteando por nuestra casa, decidimos probar a ver qué tal reaccionaba Pichí a eso del orinal, adaptador o lo que le apeteciese (porque compramos las dos cosas en su día).

Pichí, desde muy pequeña, no moja el pañal por la noche, cosa que suele ser un buen indicador para iniciar el control de esfínteres. Por otro lado, además, es perfectamente  consciente de cuando se hace caca aunque, la verdad, tampoco es que le incomode mucho. Por eso y por una presión absurda que me metí yo en la cabeza con eso de la llegada de la hermanita en julio, decidimos probar en Semana Santa a que hiciese el primer pis del día (que es un momento en el que seguro sabemos que va a hacer pis de retenerlo toda la noche) en el orinal.

FALLO: Cuando Pichí se despierta necesita un ratito de mimos mientras se va desperezando. Ha sido el sustituto de la toma de pecho de la mañana que, como sabéis le he ido retirando poco a poco por la agitación del amamantamiento que me ha provocado el embarazo.

Por tanto, el despertar se convirtió en un momento de estrés sin su rato de mimitos, para que no se hiciese el pis en el pañal. Todo muy sutil pero saltándonos completamente sus deseos y su ritmo, la verdad sea dicha. Pero teníamos que probar porque, es cierto que, con esto de los 2 años, Pichí está en un momento de su vida un pelín guerrero y necesitaba ver hasta qué punto era “cabezonería” (tipo no querer recoger los juguetes cuando los ha sacado todos) o si realmente no está preparada.

Es curioso como, aunque he trabajado el control de esfínteres con niños de educación especial, con nuestros hijos es como si nos reseteasen el cerebro y se nos olvidase todo lo que sabemos… yo qué sé.

El caso es que, por supuesto, Pichí no quería sentarse en el orinal. El primer día se hizo el pis de pie y yo puse el orinal debajo, lo celebramos y lo tiramos al váter para que viese lo contentos que nos ponía. Los dos siguientes días fue también una lucha en la que ni si quiera salió pis y a mí se me partía el alma cada vez que la oía decir lloriqueando: no quiero hacer pis. Tal cual.

Por tanto, primer intento de iniciar el control de esfínteres: SÚPER FALLIDO. Pichí no está nada preparada y yo me he dejado llevar por la presión (que, por cierto, me la he impuesto yo sola).

Vamos a esperar un mes o dos meses más (aún a riesgo de que se junte con la llegada de la hermanita) porque los niños en unos meses pegan cambios tremendos y confío en que sólo es cuestión de tiempo. Ya iremos viendo. Luego con la llegada de “la nueva” nos relajaremos porque será tiempo de adaptación para todos. Y si llega septiembre ya lo hablaremos con el cole. Desde luego, seguiremos probando pero sin forzar y, por supuesto, os iré contando.

¿Qué tal la retirada del pañal de vuestros hijos? ¿A qué edad se lo quitasteis y cómo llevasteis el proceso? ¿Alguna sugerencia?

Y CUANDO NO ME LA PUEDO LLEVAR ¿DÓNDE DEJO A MI HIJA?

Como ya os he contado en otras ocasiones en esta familia somos de hacer todo lo que podamos juntos (hasta ir al tanatorio). Aún así, según pasa el tiempo y con esto del nuevo embarazo nos hemos dado cuenta de que hay a sitios a los que no podemos llevarnos a Pichí y de ahí viene mi pregunta ¿qué narices hago con mi hija ese rato?

El día 7 tengo la prueba del azúcar. Te dan un sobrecito de glucosa  para que lo bebas sin miramientos y tienes que permanecer una hora sentada para que vean cómo lo gestiona tu cuerpo y si tienes riesgo de padecer diabetes gestacional. ¿Una hora sentada? Con Pichí, imposible.

Normalmente lo que hacemos es pedir ayuda a Alma de Suegri, pero justo esa semana se van de viaje así que nos encontramos solos y sin alternativas, la verdad .Al final  Alma de Papi ha decidido cogerse el día de vacaciones porque en su empresa no es que sean muy de conciliar ni de darte horas de permiso y esas cosas.

Y ahora viene otra, las jornadas de puertas abiertas de los coles, que ya hemos comenzado con ese maravilloso mundo de la búsqueda y que os contaré más detenidamente. Son reuniones para adultos en las que te cuentan el funcionamiento del centro. De momento fui a una yo sola con Pichí y me resultó muy pesado tener la atención dividida entre lo que estaban contando y estar pendiente de que Pichí no la liase mucho y eso que es bastante buena. Pero vaya, que al final no atiendes ni a una cosa ni a otra y me fui con la sensación de que podía haber aprovechado mucho más ese tiempo si hubiese ido sola.

Y es que, claro, si va a guardería tienes esos ratos para gestionar “tus cosas” a solas pero, ¿y si no? En nuestro caso, tiramos de abuelos, pero ¿y los que no tienen familia cerca? ¿Cómo lo hacen? Y es una pregunta que lleva rondándome varios días por la cabeza.

Y es que, aunque a nosotros nos encante ir juntos a todos los lados a veces hay ciertos compromisos ineludibles (citas médicas, reuniones del colegio etc.) a los que no se puede llevar a nuestros hijos. Y de eso me estoy dando cuenta ahora.

¿Cómo lo hacéis vosotras? ¿Qué hacéis con vuestros hijos cuando no os los podéis llevar con vosotros?

SI LOS DOS VAMOS A TRABAJAR, ¿QUIÉN CUIDA DE NUESTRA FAMILIA?

Vaya por delante que en esta entrada no quiero juzgar a nadie sino, simplemente, compartir mis reflexiones acerca del momento que estamos viviendo nosotros como familia y explicar por qué hemos decidido lo que hemos decidido.

En la generación de mis padres, ya no digo de mis abuelos, era bastante normal que la madre se quedase en casa al cuidado de los hijos y del hogar dejando a un lado su carrera profesional si es que la tenía. La sociedad daba por hecho que éste era el papel de la mujer y el hombre era el que debía llevar el dinero a casa.

Años después entre el cambio de mentalidad de la mujer y la crisis económica todo esto ha cambiado. Ahora lo normal es llevar a tu hijo a la guardería cuando se te acaba el permiso de maternidad de 16 semanas (con suerte lo amplías a 20 por las vacaciones o las horas de lactancia). Y ahí dejas a tu bebé al cuidado de un profesional que tiene a cargo otros tantos porque tú, como mujer no quieres renunciar a tu carrera profesional al tener un hijo o por la presión de la empresa, de tu círculo o, simplemente,  porque necesitáis el dinero.

Pero no siempre lo que opina la sociedad que es lo correcto te tiene que parecer bien o “normal” y ese es mi caso. Nuestro caso, porque AlmadePapi y yo estamos de acuerdo en esta decisión de vida. Para nosotros lo normal no es tener que dejar a tu bebé en una guardería sino estar con él, educarle, cuidarle, enseñarle el mundo y ser su mayor apoyo. Ojo, no quiero decir que esto no pase si llevas a tu hijo a la guardería pero para nosotros además de la calidad del tiempo también es importantísima la CANTIDAD. Y, no nos engañemos, si trabajas de 9 a 5 te pierdes más de la mitad del día de tu bebé y nosotros no queremos eso.

No es obligatorio llevar a los niños a la guardería ni es especialmente bueno. Ni se socializan más que mi hija que va al parque todas las mañanas, ni veo necesario “que se inmunicen” siendo bebés. Mejor cogerse una gastrointeritis con 3 años que con 1, ¿no?

Por eso nosotros hemos decidido que uno cuide de nuestros hijos. En nuestro caso, como yo no tengo trabajo indefinido y yo quería hacerlo, hemos decidido que sea yo. Si hubiese sido Alma de Papi el que tuviese una situación más precaria hubiese sido él, eso da igual. Y no es que el trabajo de Alma de Papi esté super bien pagado ni mucho menos pero preferimos no hacer grandes viajes ni darnos grandes lujos porque el lujo es poder criar a nuestros hijos. No comparto la idea de esos padres que trabajan de sol a sol los dos y dicen que es por necesidad cuando ganan mucho dinero. Lo que a mí me parece al final es que es cuestión de prioridades y que no entienden lo importantes que son los primeros años de nuestros niños.

Me niego a trabajar fuera de casa durante horas para ganar un dinero que terminaré invirtiendo en comprar cosas que no necesito y en que alguien cuide a mi hijo por mí y limpie mi casa por mí. Ya si eso lo hago yo porque, ¿Quién hay mejor que yo para cuidar de mi casa y mi familia?

¿Qué pensáis sobre el tema? ¿En qué situación estáis vosotros?

¿¿PEERDOONAAAA??: LOS NIÑOS SON EGOÍSTAS, MANIPULADORES Y CAPRICHOSOS

Hacía tiempo que no recurría a esta sección en la que plasmo los comentarios que recibo en mi día a día y que más ojiplática me dejan.

Me da rabia escribir éste porque viene de un momento en el que hemos puesto mucha ilusión y han conseguido que la perdamos en parte. Y es que sí, señoras y señores, esta frase con todos sus adjetivos me la dijo el profesor de matronatación en la primera clase. Manda narices. Tengo que escribir largo y tendido porque nos hemos llevado un chasco enorme ”gracias” a este tipejo que, como Pichí no paraba de llorar dentro de la piscina nos dio unas pautas de crianza (así, como el que da una receta) cuyo eje central fue esta frase.

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Qué rabia. Qué rabia me da que alguien que trabaja con niños vaya con estas ideas preconcebidas tan negativas sobre los niños. ¿Y si yo digo que todos los que trabajan en gimnasios son superficiales, vigoréxicos y narcisistas? ¿No es una generalización absurda y falsa? Pues eso.

Lo peor de todo es que yo sabía que esta creencia está en las calles, que cuando te dicen “este niño te tiene comiendo de la mano” o “hace contigo lo que quiere” y todas esas frases que oímos los padres con un deje de superioridad del que las dice, tiene esa teoría subyacente de que el niño te manipula para su propio beneficio.

A ver, como a todo hijo de vecino a los niños a veces les apetece más o menos hacer ciertas cosas. Por supuesto, tienen que entender que en esta vida, aunque no nos apetezca hay cosas que no son negociables y hay que hacerlas: trabajar o hacer algo con nuestra vida, mantener la casa más o menos limpia, dormir ciertas horas, ir al cole y cosas así. Como padres tenemos que enseñarles que todos tenemos obligaciones que no nos apetece mucho hacer pero hay maneras y maneras de enseñárselo. Si le pido que recoja y veo que la niña no lo hace tengo dos caminos: uno, pensar que es una egoísta que no quiere mover un dedo y entonces iré cabreada, le gritaré que lo recoja de una vez y como no reaccione quizá hasta la zarandeo del brazo. O, dos, pensar que es una niña que le apetecen más otras cosas y que está en proceso de aprendizaje y así me agacharé con ella, la animaré a recoger y le echaré una mano.

Digo yo, ¿no es más sano pensar de la segunda manera? ¿No se da cuenta la gente de los enfados que nos ahorramos así consiguiendo al final lo mismo que es que recojan?

Llega un punto en el que no sé si es que yo vivo en mis mundos de Yupi y por eso hay tantas  cosas que no me parecen ni medio normales. Me da qué pensar si la manera en la que yo quiero que traten a Pichí y mi manera de educarla no es más que una utopía que se va a ver más pisoteada a lo largo de nuestra crianza que el escenario de un tablao flamenco. Pero me niego. Me niego a que este señor trate de aleccionarme de una manera tan negativa sobre mi propia hija. Adoro a mi hija y, como todo padre haré lo imposible para que no sufra o al menos para allanarle el camino y darle estrategias para que ella afronte los problemas. Si llora porque no le apetece estar en el agua la solución no es pensar que me está manipulando para que la saque sino dejarla que se abrace a mí, darle confianza poquito a poco para que se suelte y entretenerla con juguetes.

Vosotros, ¿pensáis que vuestros hijos os manipulan alguna vez? ¿Os parecen utópicas mis ideas?

UNA TORTA A TIEMPO

Así. Con todas sus letras. Te lo dice la vecina, el carnicero o una madre del parque. O un familiar, como me pasó hace unos días. Y lo dicen convencidos, con una media sonrisa, como si no estuviesen hablando de PEGAR.

Me lo intentaban argumentar: “es que si yo estoy avisando al niño (de 5 años) de que me va a dar con la puerta si sigue jugando con ella mientras yo estoy sentado cerca y NO LO QUIERE ENTENDER, entonces le das un cachete en la mano. Y fíjate, dejó de hacer el tonto con la puerta y además luego me buscaba para jugar”.

Yo le pregunté que y por qué no se quitó de en medio para evitar el conflicto y su respuesta fue “es que yo estaba antes, era mi posición”.

ERRORES. Errores mentales, ideas peligrosas es lo que tienen en la cabeza la gente que defiende usar la VIOLENCIA (porque sí, queridos, pegar es violencia) contra los niños.

Mi momento favorito es cuando tú, pobre defensora de los derechos de los niños (que para ellos vives en los mundos de Yupi Tralará) les dices que, entonces, si cuando su mujer “no le quiere entender” también la pega. Y ellos contestan: no es lo mismo.

No, claro, es peor. Porque pegando a un niño estás aprovechándote de un ser indefenso que tiene menos fuerza que tú y que sabes que no te va a responder. Eso se llama ABUSAR aquí y en la China mandarina.

Tú no tienes que “mantener tu posición” esto no es la guerra ni una manada de leones. Se supone que eres el adulto, el que tienes  herramientas diversas para afrontar las situaciones o los dilemas que te presente la vida. Además vas a ser un ejemplo para ese niño, no lo olvides. Así que haz un ejercicio de humildad, de humanidad y de respeto y piensa en lo que quieres enseñarle a ese niño. Porque lo copian todo, los que tratamos con niños cada día lo vemos y lo siento, adultos del mundo, pero en nosotros recae la RESPONSABILIDAD de la generación futura, de crear adultos justos y que respeten a los demás.

¿Qué prefieres? ¿Quedar como el macho alfa ante un niño pequeño y demostrarle quién manda en la jungla? ¿O prefieres ser paciente y cariñoso y negociar, o ceder o entretenerle con otra cosa? A veces es tan sencillo como preguntarse cómo nos gustaría que nos tratasen a nosotros.

Y el que diga que “agradece la torta que se le dio en un momento dado” miente. La torta, el cachete, el bofetón etc. duelen, crean sufrimiento y miedo, humillan y NO ENSEÑAN NADA. Bueno, enseñan a solucionar conflictos mediante violencia, pero no enseñan a negociar, a solucionar conflictos de una manera respetuosa o simplemente, la manera correcta de comportarse.

Porque si tienes a un niño que te está tocando las narices jugando con la puerta piensa que para él es un juego. Que aunque se lo digas 20 veces puede que esté tan enfrascado que no te escuche. Quizá es que “no te quiera escuchar”. Pero prueba a no limitarte a pagar tu frustración de adulto con un niño. Prueba mejor a levantarte del sitio (sí, lo sé, es un esfuerzo) ponte a su altura y dile seriamente “si sigues jugando así con la puerta me puedes hacer daño. ¿Quieres que juguemos a otra cosa, por ejemplo al fútbol un rato?”. Y a ver qué pasa. Seguramente os ahorraréis ambos un mal rato.

¿Qué opináis del tema? ¿Habéis oído la famosa frasecita?

LAS VACACIONES ANTES Y DESPUÉS DE TENER HIJOS.

¡¡Ya estamos de vuelta!! ¿Qué tal habéis pasado las vacaciones?  Nosotros lo hemos pasado fenomenal, rodeados de familia y conociendo sitios nuevos y muy bonitos de Asturias y Galicia que ya os comentaré más detenidamente.

De momento hoy vengo a compartir la que ha sido, en nuestra familia, la revelación del verano; y es que no son lo mismo las vacaciones con los hijos que cuando te ibas solita con tu pareja. Y diréis que el verano pasado ya teníamos a Pichí, pero tenía sólo 9 meses, iba tan a gustito en el carro o en la mochila y sólo había que estar pendiente de su comida y sus siestecillas, poco más.

Pero este año… ay, amiga, este año ha sido distinto. Comenzamos:

Elegir destino.

*ANTES DE PICHÍ : a donde sea.

*DESPUÉS DE PICHÍ :Que no sean muchas horas en coche si no queremos volvernos locos, que el hotel sea accesible con el carrito, preguntar si hay cuna o la llevamos, que no llueva porque imagínate tener que estar encerrados en el hotel todo el día.

Planificación.

*ANTES.: Mi maleta, mi ropita y mis “porsiacasos”. Saldremos por la mañana pero tranquilamente que no hay prisa.

*DESPUÉS: La maleta de Pichí, su trona de viaje, el carrito, el cojín de lactancia, su neceser. Mi maleta a última hora y planchando un par de camisetas que me quiero llevar. Como necesito espacio para las cosas de la niña sólo me llevo un par de zapatillas y a rezar porque no llueva. Para salir Alma de Papi y yo nos coordinamos como un equipo en una misión importante en la que nos levantamos a las 6 de la mañana, nos movemos por la casa como ninjas y mientras yo me visto, él carga el coche y, por último le doy el pecho a Pichí para “asegurarnos” (porque con un niño no hay nada seguro en esta vida) de que aguante más tiempo dormida.

El viaje.

*ANTES: cantando, durmiendo, comiendo, parando o sin parar.

*DESPUÉS: sin hacer ni un ruido y con música clásica de fondo para que Pichí no se despierte. Una vez que se despierta enchufamos Miliki a todo trapo. De dormir ni hablamos porque yo no sé qué narices me ha pasado que desde que soy madre no estoy tranquila con los ojos cerrados en el coche… ¡con las buenas siestas que me echaba!

El turismo.

*ANTES: yo era de las que me encanta patearme las ciudades a las que voy. Con unas buenas zapatillas nos perdemos por las calles, disfrutamos del paseo, subimos hasta lo más alto para ver la panorámica de la ciudad…

*DESPUÉS: Obligatorio saquear a preguntas a quien nos atienda en la oficina de turismo: “¿por dónde voy con el carro? ¿Hay algún sitio chulo para niños? Si eres tan amable, ¿me marcas los parques en el mapa?”. Esquivando todo lo posible las escaleras, pateando menos, usando más el coche y sobre todo, bajando el ritmo. Si tenemos que pasar una hora entera en un parque pues nos la pasamos que aquí Pichí también tiene derecho a sus vacaciones y su ocio.

Fue en el primer pueblo al que fuimos en el que me di cuenta de que mis vacaciones no iban a ser como hasta ahora habían sido. Que ya no podría subir a todos los miradores ni recorrerme todas las calles de los pueblos, ni hacer rutas largas o meternos por el bosque. Pero decidí cambiar el chip y entonces redescubrí las vacaciones. Me volví a maravillar con las vacas, no por verlas sino por saber que Pichí las estaba viendo y lo contenta que se ponía gritando ¡¡Muu!! cada vez que pasábamos por el prado de al lado del hotel. Disfruté sentada en un parque de Cudillero entre montañas mientras Pichí no paraba de columpiarse. Aluciné con la playa de las Catedrales por lo bonita que es y aluciné con Pichí que descubrió lo mucho que le gusta mojarse los pies en las pozas que se hacen cuando baja la marea.

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AlmadeMami y Pichí mirando un caballo

Así que sí… con la maternidad todo cambia, hasta las vacaciones… pero, como siempre, merece la pena. ¿Y vosotros? ¿Habéis tenido que cambiar vuestra manera de pasar el verano desde que tenéis hijos? ¿Qué tal lo habéis pasado este verano? ¡¡Contadme, contadme!!

CUANDO EL CUERPO TE PIDE TENER UN HIJO

Últimamente recuerdo mucho una conversación que tuve con una mamá de un niño con el que trabajé que me contaba que cuando su hija tenía dos años el cuerpo le pedía tener otro. Una vez que se quedó embarazada de nuevo y tuvo a su hijo pequeño dice que, de pronto, esa necesidad vital que había sentido desapareció y cuando veía un bebé ya no moría de amor sino que le parecía muy mono pero poco más.

Yo no lo describiría mejor: necesidad vital. De un tiempo a esta parte (desde los 15 o 16 meses de Pichí) me descubro a mí misma planificando, dándole vueltas a la cabeza, leyendo e interesándome de nuevo por cosas de recién nacidos y perdiendo mis pensamientos cuando veo a mujeres embarazadas con otro niño de la mano.

Siento esos nervios por la aventura nueva que esperamos poder emprender y a la vez me aterran millones de miedos: si las cosas en el trabajo de Alma de Papi saldrán bien (estamos en un momento de decisiones importantes, de cuando crisis es sinónimo de oportunidad pero el cambio da vértigo y no depende al 100×100 de uno mismo), si me quedaré embarazada a la primera, si me cuadrará con el trabajo para cobrar la baja, si no se nos juntará con el inicio del cole de Pichí, si todo irá bien, si Pichí no abandonará la lactancia al disminuir la producción de leche durante el embarazo, si tendré un parto tan bueno como el de Pichí, si los familiares se lo tomarán bien, si podré hacerme cargo de los dos a la vez, si Pichí sufrirá mucho…

Muchas veces pienso lo fácil que sería todo si pudiésemos mirar por un agujerito aunque fuesen sólo dos segundos de aquí a diez años, por ejemplo. Me relajaría mucho verme establecida y contenta con Alma de Papi, con nuestros tres niños (que es mi gran sueño) y saber que las cosas nos han salido bien. Aunque reconozco que algo de encanto le quitaría al asunto pero es que la incertidumbre y yo no nos llevamos muy bien.

Sé que estoy al inicio del camino y poquito a poco iremos dando pasitos. De momento estoy en ese punto en el que los embarazos de los demás te ponen los dientes largos, en el que con los recién nacidos se te cae la baba como nunca y en el que vuelvo a llorar como una magdalena con vídeos relacionados con bebés, partos y la maravillosa aventura de ser padres.

Y es que es superior a mis fuerzas. No sé si es el reloj biológico, las hormonas, el ciclo de la vida o yo qué sé pero si pienso en que no pudiese ser, siento un vacío en el pecho que me aprisiona el corazón y me deja sin aire.

Definitivamente, estoy en ese punto en el que tengo la necesidad vital de tener otro hijo.

¿Y vosotras? ¿Habéis pasado por ese momento de sentir que tener un hijo es realmente necesario para vuestra vida?

LO QUE CAMBIA UN PARQUE

Desde que se me acabó el contrato en el cole he podido dedicarme más exhaustivamente a investigar “el parque de entresemana”. Durante el invierno yo llevaba a Pichí a varios parques por las tardes sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar, lo mismo que nos pasa los fines de semana (aunque ahí procuramos hacer planes diferentes). El caso es que yo notaba que nos faltaba continuidad y dependía mucho cómo pasásemos la tarde de los niños que hubiese en el parque.

Si algo bueno tiene el paro es que podemos pasar más tiempo con nuestros hijos y ahora que hace buen tiempo y que no tenemos prisa ni horarios hemos encontrado nuestro parque ideal. De lunes a viernes, entre las 10:30 y las 12:30 allí nos encontraréis. Primero llega M. porque tiene alergia al sol y una abuela terremoto que la levanta a las 8:30 para aprovechar el día. Luego llega la mamá de M. e I. que siempre anima el cotarro porque I. es mayor y trae juegos de mayores para compartir con los peques. A. también suele llegar tempranito, con su cuidadora porque sus papás que van a trabajar y la dejan despierta pronto. A las 11:30 o así llegamos Pichí y yo y V., el príncipe del parque, que ahora viene con su abuelo porque su mamá ha encontrado trabajo este mes en un campamento. Y las 12 llega A., el peque del grupo con 11 meses. Y allí pasamos la mañana. Mientras charlamos de lo que sea, estamos pendientes de los niños, jugamos al corro de la patata, van picoteando todos del tentempié de todos y los niños hacen sus cosas de niños.

Y oye, que se me pasa volando la mañana. Y mira que somos todos diferentes, hay bimadres, trimadres, cuidadoras, abuelos, abuelas… y los niños también son distintos, los hay de 11 meses, año y medio, 3 años, 7, a veces vienen niños nuevos… pero en lo que coincidimos los adultos es en nuestra ACTITUD. Todos respetamos a los niños, les ayudamos, les animamos a compartir y a jugar juntos y, desde luego, estamos pendientes de nuestros niños.

He ido a ese mismo parque, con sus mismos columpios, con su misma valla de colores, con sus mismos árboles y me he tenido que volver agotada y de mal humor porque la actitud de los adultos no casaba nada con la mía. He sufrido por ver a chavales de 10 años correr como ñus en estampida entre niños que solo gatean. Me he agobiado por ver que niñas de 5 años juegan con Pichí como si fuese un bebé a cogerla, a montarla en columpios altos sin mi permiso, a llevársela fuera del parque. Me he cabreado con niños que ven que Pichí corre tras ellos porque tienen una pelota y no dejarla jugar, ponerle la pelota en la cara varias veces para luego quitársela o incluso darle un tortazo en la espalda por las buenas sin venir a cuento.

Todos estos niños tenían algo en común: sus padres no estaban pendientes. Es más, ni si quiera estaban dentro del recinto del parque. Nunca oí a ningún padre ni madre decirle a ese niño: anda, cariño juega con la nena que quiere jugar contigo a la pelota o a un cuidador decirle a esa niña: deja andar a la nena solita que os podéis caer y ella es muy pequeña. No. Es más, nunca llegué a ponerles cara porque nunca aparecieron. Y yo dejo espacio a mi hija y no voy detrás como mamá pato, pero entiendo que cuando se trata de su seguridad o la de otros niños y las normas de convivencia mi obligación es mediar.

En fin, lo que decía en el título, lo que cambia un parque dependiendo de la gente que esté dentro.

¿Y vosotros? ¿Qué tal vuestra experiencia en los parques?

FIN DE MI CONCILIACIÓN LABORAL

Hasta aquí hemos llegado, al menos por este curso.

Como sabéis los que me leéis no ha sido un año fácil en cuanto al trabajo se refiere. Cuando pedí una plaza en el cole en el que llevaba trabajando un montón de tiempo en septiembre no me la dieron y creí seriamente que me tocaría quedarme en paro. Al final, con mi sensación interna de que me la estaban dando a regañadientes al final me dieron otra del mismo tipo.

Han pasado muchas cosas a lo largo de este curso. Empecé trabajando dos horas cuando Pichí tenía diez meses. Han ido saliendo más plazas con algunas horillas y que me ha apetecido hacer porque me he visto preparada para dejar a Pichí más tiempo con Alma de Suegri pero que no me han dado porque tenían nombre y apellidos de un enchufado del chachigrupi de la directora. Hasta 3 veces me ha pasado. Algunas de mis compañeras se han quejado, se han movilizado y han dicho alto y claro que se me tenía que dar una plaza de mejor calidad. Hace un mes me ofrecieron una plaza complementaria a mi horario en la actividad menos agradecida de todas y la que nadie quiere ir y sólo para un mes. Les dije que no porque me parecía que me estaban tomando el pelo y es que pretendían que pareciese que me estaban haciendo un favor cuando en realidad no había nadie que quisiese hacer ese trabajo. Pues mira, una es tonta, pero no tanto.

El cole se acabó ayer y yo me voy con un sabor agridulce. Éste ha sido el curso del desengaño, en el que he sentido que de repente ya no sabía trabajar porque me había quedado embarazada. La cúpula del cole me ha bajado de mi nube de piruleta para darme el bofetón de realidad en la cara de que nadie es imprescindible y mucho menos una mujer en edad fértil y con un bebé a su cargo. Menos mal que esta cúpula de la que os hablo son madres las cuatro. Cuánta empatía, sí señor.

Pero me quedo con lo bueno. Me quedo con que la tutora de mis chicos, cuando se enteró de que en octubre me reincorporaba a trabajar dijo que “se pedía” trabajar conmigo, que me quería para apoyarla con los chavales. Me quedo con ella y con el resto de profes de mi nivel que han confiado en mis criterios de intervención y que me han pedido opinión como si fuese una más. Me quedo con la mamá de A, una mujer dulce y muy insegura que sólo quiere lo mejor para su hijo y que ha depositado en mí toda su confianza y me ha valorado un montón como profesional. Me quedo con mis 3 compi-amigas que son lo mejor que hay en ese cole y que siempre están ahí para que me desahogue con ellas. Y, por supuesto, me quedo con mis niños, con ellos que no entienden de currículums, de status ni de chachigrupos, que me han regalado achuchones de esos que sólo te pueden dar estos niños y a los que si no veo el año que viene espero que les vaya precioso porque se merecen ser felices, más que nadie.

Cerramos etapa aunque lo digo con la boca pequeña porque en septiembre lo volveré a intentar a ver si me lo ponen un poco menos difícil. ¿Qué tal han sido vuestras reincorporaciones al trabajo después de la maternidad? ¿Tenéis reciente un cierre de etapa?