Si a principios de mes escribía acerca de mi no conciliación laboral, ayer tuve buenas noticias. Y es que al pasar, en el mes de octubre, al horario ya normal en vez de intensivo, se han quedado plazas libres en el cole y ¡me han dado la que yo quería! ¡Voy a volver al cole, a ver a mis niños, a seguir trabajando de lo mío!
El sabor sigue siendo agridulce porque soy consciente de que he sido la última opción (debe de ser que no les queda nadie a quién explotar) porque si no me hubiesen cogido a la primera.
Encima esto me ha abierto los ojos y sé que ya, para el año que viene, no voy a poder esperar nada seguro. Mi burbujita de felicidad inocente se pinchó cuando me dejaron en la calle a principios de mes. Eso junto con la incredulidad de que al final vaya a salir todo como yo quería, hace que hasta que el jueves (que es cuando empiezo) no firme el contrato no me creo nada.
Lo mejor la reacción de mi suegra. Ésa que al principio no quería y ponía muchos impedimentos por cuidar de Pichí un par horas, se ve que ha decidido que es mejor para todos que yo trabaje un poquito y ella ceder otro poquito. A ver qué tal se nos da (la tengo poco explotada en el blog porque me lee AlmadePapi pero me daría para taaaaantos post jeje ).
Me da un poco de miedo no llegar a todo porque, aunque son sólo un par de horitas, no voy a dar de comer a mi niña y eso me da pena y aparte le doy mucha importancia (y que me gusta que las cosas se hagan como yo quiero, leche). Y encima tendré que tener la casa en perfecto estado de revista (o al menos no tan “a mi libre albedrío”) por lo que pueda pensar la abuela de la niña jeje. Pero bueno, intentaremos no anticipar.
Buenas noticias que cuento con la boca pequeña. Cuando pasen unos días espero poder contaros qué tal nos organizamos en esta casa para conciliarnos todos y que nadie salga herido :S.
¿Podré con todo? ¿Cómo lo hacéis las que trabajáis?